martes, 13 de agosto de 2013

¿UN CAFÉ?


De niña me gustaba los lunes y los Septiembres. La vuelta al cole, los  nuevos chándals, mis nuevas zapas para Educación Física. Coger el boli o el lápiz y escribir de una manera particular, más bien, rara. De pequeña me gustaba imaginar un mundo, universo paralelo con mis quecas. De cría me encantaba pasar horas pitándome con los coloretes que venían junto con la Barbie, e idear un mundo en donde yo era la Top Model más guapa del pueblo.

                Y me sigue encantando comerme los helados a mordiscos y saborear como el gélido frío me congela las encías. Me gusta comerme la comida que me agrada casi sin masticar. Me encanta sentirme arropada por unos abrazos que me quieren. Adoro hacer el tonto, estar risueña, hacer bromas, picar y sonreír. Pero cuando un problema me afecta, lo mando todo al garete, el pesimismo se apodera de mí, y me vuelvo insoportable. Me gusta emborracharme y hacer tonterías. Y locuras. Y payasadas. Me deleita tomarme el café por la mañana. Y a media mañana. Y por la tarde. Pero no por la noche, que después me es imposible concebir el sueño. Me gusta dormir desde que toco la cama, y del tirón. Me entusiasma llegar a los sietes sueños abrazada a la algodonada almohada, o, en su defecto, a mis tiernos peluches. Ya los tengo todos deformados.  Me enamora escuchar música, e imaginar ser la protagonista del VideoClip, como el los de Aerosmith. También me encanta bailar. Todo tipo de música. Cuando lo hago, siento que una ola de buen rollo y de felicidad se apodera de mí.