martes, 13 de agosto de 2013

¿UN CAFÉ?


De niña me gustaba los lunes y los Septiembres. La vuelta al cole, los  nuevos chándals, mis nuevas zapas para Educación Física. Coger el boli o el lápiz y escribir de una manera particular, más bien, rara. De pequeña me gustaba imaginar un mundo, universo paralelo con mis quecas. De cría me encantaba pasar horas pitándome con los coloretes que venían junto con la Barbie, e idear un mundo en donde yo era la Top Model más guapa del pueblo.

                Y me sigue encantando comerme los helados a mordiscos y saborear como el gélido frío me congela las encías. Me gusta comerme la comida que me agrada casi sin masticar. Me encanta sentirme arropada por unos abrazos que me quieren. Adoro hacer el tonto, estar risueña, hacer bromas, picar y sonreír. Pero cuando un problema me afecta, lo mando todo al garete, el pesimismo se apodera de mí, y me vuelvo insoportable. Me gusta emborracharme y hacer tonterías. Y locuras. Y payasadas. Me deleita tomarme el café por la mañana. Y a media mañana. Y por la tarde. Pero no por la noche, que después me es imposible concebir el sueño. Me gusta dormir desde que toco la cama, y del tirón. Me entusiasma llegar a los sietes sueños abrazada a la algodonada almohada, o, en su defecto, a mis tiernos peluches. Ya los tengo todos deformados.  Me enamora escuchar música, e imaginar ser la protagonista del VideoClip, como el los de Aerosmith. También me encanta bailar. Todo tipo de música. Cuando lo hago, siento que una ola de buen rollo y de felicidad se apodera de mí.

 

domingo, 16 de junio de 2013

Son tantas despedidas que quizás, dedicarte un beso más, está de más.


Frío. Vacío. Desesperanza. Desilusión. Infelicidad.

Desde que decidiste marchar, todo es blanco y negro. Mi desesperación solo se puede ir con gritos de silencio marchito. Mi débil impotencia aumenta por momentos, al igual que este ocre sentimiento en el centro de mi pecho y este tirante nudo  en mi estómago.  Mis ganas de tenerte cerca no pueden traspasar estas cuatro paredes de tristeza. Mi mente va donde tú vas, no le importa otra cosa, eres mi prioridad.

Lo que empieza como un juego sin más, termina con miles de afilados cristales rotos de mi corazón por el suelo. No quiere otra cura que no seas tú. Solo tú. Mis ganas de estar contigo aumentan por momentos de soledad, en mis ratos de incertidumbre. No tengo nada claro, lo único es que quiero tenerte cerca mía, sentirte y sentir que todavía queda algo en tu corazón.

La idea de que quieras e intentes olvidarme me aterra, y, desgraciadamente, mis miedos comienzan a ser reales.  Quiero hacerte ver que deseas estar conmigo, quiero hacerte ver que soy todo aquello que viste en mí y que te gustaba tanto. Quiero hacerte ver que no olvidas cada beso que te di, te prometí y te regalé. Quiero hacerte ver que todavía tienes ganas, fuerzas e ilusión de verme, de estar cerca de mí, de amarme.

No me dejes nunca.

                                          Te amo. No lo olvides. No me olvides.