Nos arriesgamos. A veces sale bien, a veces
mal. Por ello, es más cómodo quedarse sentada, no hacer funcionar los pies que
tenemos para andar por nuestro camino.
Nos adaptamos. Nos adaptamos a esa triste monotonía, a esa que nos hace
estar estancados en un lugar en el cual no se está ni bien ni mal, simplemente
se está. Y ahí pasa el tiempo, pensando en tantos sueños y en tantas metas que
queremos cumplir , pero que se quedan como simples utopías.
Nos conformamos. Cada día mes, semana, hora, minuto o segundo es igual.
Tenemos miedo a lo nuevo por el PUTO miedo a fallar, por el miedo a
equivocarnos, por el miedo a ser y a descubrir lo que verdaderamente somos. No
importa la imagen que los demás interpretan de ti, sólo basta con tu esencia
para construirte como persona, ellos poco a poco se darán cuenta que sólo
conocía la parte de afuera, la capa de la cebolla.
Nuestra ilusión de cambiar, ser construirnos como si de un edificio
fuéramos se desvanece lentamente con nuestro miedo. Ilusión, metas sueños caen
al abismo, a un pozo inutilizado.
Caminamos sin sentido, hacia donde nos lleva la vida, hacia donde nos
lleva el destino, para quienes creen en él. Con cada paso que damos por el
BOULEVARD OF BROKEN DREAMS, dejamos una huella marcada en la tierra, nuestro
pasado, que son las que dejamos atrás. El viento nos empuja hacia el futuro,
pero acabamos cansados y nos sentamos en un banco a descansar.
Así construimos todas y cada una de las etapas de nuestra vida. Cada una
de ellas ya está concluida, queda en el pasado, por lo que si alguna vez nos
arrepentimos de algo que hemos hecho o que no hemos llegado a hacer, no hay que
culparse, lo hecho, está hecho y lo que nos queda es nuestro presente, porque
nuestro futuro es incierto y dudoso. Es la nube, el sol o el arco iris que
vemos a lo lejos cuando caminados por nuestro Boulevard.
Dejo este pequeño fragmento de ''Los Hombres De Paco'', sobre una
pequeña reflexión que hace Sarita:
''El miedo es como la familia, que todo
el mundo tiene una pero aunque se parezcan, los miedos son tan personales y tan
diferentes, como pueden serlo todas las familias del mundo. Hay miedos tan
simples como desnudarse ante un extraño, miedos con los que uno aprende a ir
conviviendo, hay miedos hechos de inseguridades: Miedo a quedarnos atrás, miedo
a no ser lo que soñamos, a no dar la talla, miedo a que nadie entienda lo que
queremos ser... Hay miedos que nos va dejando la conciencia: el miedo a ser
culpables de lo que les pasa a los demás y también el miedo a lo que no
queremos sentir, a lo que no queremos mirar, a lo desconocido, como el miedo a
la muerte, a que alguien a quien queremos desaparezca. Hoy he escuchado a un
tal Punset en la tele, a un señor encantador, que decía que la felicidad es la
ausencia del miedo y entonces, me he dado cuenta de que últimamente, yo ya no
tengo miedo.''
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